En 1975, la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer se convocó en la ciudad de México para trazar un plan estratégico a desarrollar durante la década de la mujer proclamada por las Naciones Unidas (ONU), entre 1976 y 1985.
La mayoría de las seis mil mujeres que asistieron al congreso eran del continente americano, y se destacó la presencia de la indígena boliviana
Domitila Barrios de Chungara, quien representaba al Comité de Amas de Casa, una organización de las esposas de los mineros del estaño en Bolivia
Entre las manifestaciones más recientes del activismo de las mujeres, es importante señalar el extraordinario aumento de mujeres en literatura y artes, en política, en negocios, en la ciencia y la cultura. En la literatura hispanoamericana actual, se ha formado un valioso grupo de mujeres novelistas, cuentistas, poetisas. No es una moda, sino un hecho producto de profundos cambios, históricos, culturales, y sociales. La mujer ha tenido cada vez mayor presencia en Latinoamérica y esta transformación ha hecho florecer un valiosos grupo que se ha distinguido en el arte y la literatura.
Se ha formado un género de escritura donde las narradoras aportan una perspectiva diferente, originando un profundo cambio al enfocar aspectos que habían sido relegados, y que ahora son vistos de una manera distinta. Las escritoras contemporáneas crean universos que corresponden a sus propios valores, y desde su perspectiva de mujer. El resultado es una nueva literatura en la que surge una imagen de la realidad captada con ojos femeninos. Imagen que no había estado totalmente ausente de la literatura anterior, pero que ahora se configura en abundantes publicaciones de textos, los que han llegado a constituir un cuerpo con su propio contexto, su propia voz y su propia visión, y que es analizada por sus propios méritos. Esta explosión de escritura femenina ha creado un género dentro de la literatura y ha dado origen a estudios y escritos que analizan su evolución.
La Universidad de Sevilla, reflexiona sobre esta cuestión que divide en muchos casos a las personas que investigan este hecho literario. Pocos críticos y críticas desean responder de forma clara sobre este tema de la literatura femenina, porque tanto una negativa como su contrario son igualmente comprometedores. Algunos afirman que no existe literatura de hombres o de mujeres, sino sólo buena o mala literatura, aunque se detienen ahí, sin ahondar en la cuestión de quién, y con qué criterios, o en qué circunstancias históricas o políticas se establece lo que es “bueno” o “malo” en literatura.
Aunque la literatura hispana, tiene a Leonor López de Córdoba, quien en el siglo XV escribió la primera autobiografía en lengua castellana, centrándose en lo personal, lo cotidiano y privado, y reflexiona sobre su propia identidad, colocándose frente al mundo para cuestionar su existencia.
Por otro lado, laMexicana Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), hace de su obra fiel testimonio de como la mujer puede vencer la rudeza y monopolio del sistema patriarcal. Pero pagó con creces su atrevimiento, y fue condenada por el Obispo de Puebla y obligada a dejar su obra. E imaginamos el sacrificio de la escritora pues dejar su obra y renunciar a escribir fue seguramente atentar contra su vida, porque ha sido en este arte donde había encontrado
la manera de manifestar y exteriorizar los diversos universos que transitaban por su alma
La escritora Alfonsina Storni (1892-1938) expresó las inquietudes de las empleadas urbanas en el diario argentino La nación, participando en el amplio debate sobre las ocupaciones de las trabajadoras, las relaciones de las mujeres con la tradición nacional y cultural, y el papel de la Iglesia Católica en la vida femenina (Kirkpatrick 281). No es casualidad que el primer Premio Nobel de literatura en América Latina fuera otorgado en 1945 a la maestra chilena Gabriela Mistral (1889-1957), quien realizó campañas educativas de protección para las mujeres, participó en los esfuerzos por mejorar el nivel educativo mexicano después de la revolución de 1919, y cuya poesía utilizó los papeles tradicionales de madre y maestra para proponer valores sociales de mayor justicia para todos.
Por: Ana Fioravanti
Artista Plástico
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